De vez en cuando quedo totalmente despalabrada; me abandonan sin excepción, todas juntas y de un plumazo. Ninguna rebota siquiera en la punta de la lengua.
Algunas veces las siento empujar detrás de los ojos;
las percibo sutiles, se que están ahí, pero no puedo verlas ni oírlas.
Pueden pasar días, generalmente horas, y eventualmente aparecen,
atolondradas y en malón, intentan salir todas juntas.
Entonces las escupo al viento desordenadas.
Y después de estallarse contra cualquier cosa
y verlas confundirse, Intentando en vano articular y danzarse,
acontece una calma como de atardecer
Se van quedando dormidas,
entonces llega el Silencio,
entonces llega el Silencio,
Ancestro de todas ellas,
Aparece cuando por fin se revela
(otra vez y por un instante)
que las palabras no son el idioma de lo que siento.
(otra vez y por un instante)
que las palabras no son el idioma de lo que siento.
Pero ellas son rabiosas.
Descubren el silencio y en seguida despachan, disparándose:
Descubren el silencio y en seguida despachan, disparándose:
que soy, vivo, palpito, inhalo lo indecible;
que la profundidad del océano es ...
que del centro de la tierra emanan rayos directo a la planta de mis pies
que las almas traspasaron,
aún sabiéndose perdidas,
luchan intentando describir,
se ordenan y reintentan:
luchan intentando describir,
se ordenan y reintentan:
el instante en que soy
la esencia del ser que se sabe,
se, soy, lo que no puedo decir
y el silencio vuelve a knoquearlas,
Y ellas que repiten una y otra vez:
...cuando sólo respiro y te miro y dios
somos escencia... somos estados,
síntesis cósmicas...
Ellas no van a rendirse y el silencio las deja jugar, como el gato al ratón.
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