viernes, 29 de junio de 2012



El derrame de ropa. 
Si, eso quiero.
Lamerte las penas y los olvidos.
Y amarrame porque no paro.
Soy mujer ardiente. Ninfa y faro.
Entreabro los muslos.
El sexo húmedo late,
late
late.
Te reclama. Te desea. Te atrapa.
Interiorizate con dedos cálidos, así, un poquito más acá,
Mientras te acaricio con mi lengua que esta fuego
Y se ha determinado incinerarte la oreja, y el cuello, y un poco la nuca.
Te busco con mis labios
Voy hacia la falta
Procuro hacerla mía.
De la laringe a la puntita de la lengua
Y entonces abro la puerta a la interioridad,
Esa que a vos te falta,
El seno de la creación dentro mío.
Y tu exterioridad y mi interioridad fundidas
Y se me escapa el pulso
Y me tiembla el seno 
Y los pezones en punta.

Me desarmo y todas las galaxias conmigo,
Se para el tiempo,
SOY el tiempo,
SOY infinito
Soy todos los alaridos.

Y despacio vuelvo
Y en eso te miro
¿Qué tendrás que ver conmigo?
El castigo divino Redentor del placer
 ¿Placentera culpa? ¿Puta culpa?
Fui manzana mordida desde el nacimiento
Y en este derramamiento de sangre inútil
me confieso perra insubordinada, desordenada y alterada.
Y el sol sale para mi también
Así que no me mires con esa cara 
Y la luna y el mar también son míos
¿acaso hay títulos para lo divino?
 ¿fórmulas mágicas contra el hastío?
No seré yo quien me de el próximo porrazo.








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