viernes, 6 de enero de 2012

de Granada

La mujer camina dificultosa, un crío se le escurre entre las piernas a cada paso.
Un hombre pasea con la muerte de Morente bajo el brazo.
La dicotomía de ser livianamente entre costumbres ajenas y motivaciones lejanas.
Es que la claridad se rifa en la peña de la esquina
y un perro andaluz reparte los números de la suerte.
Pesadez vagabunda de parir maravillas eternamente sola y ya en el mundo.
Ahora el azul será nuevamente convención, a sabiendas de lo que no es.
Como el sol negro. Oximoron.
Pero habrá que evitarlo y creer ferviente en el azul.
Alivio para el alma intranquila que busca lo que no hay sino del otro lado, 
más allá de todas las calles y las cuevas.

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